SONIDO CAPTADO EN VENUS POR LA SONDA SOVIÉTICA VENERA 14 (венера 14)



Imagen hipotética de la venera 14 sobre la superficie del planeta Venus


Con ese particular color amarillo, se diría que se trata de un paisaje volcánico muy similar a los del planeta Tierra. Pero no. La foto no ha sido tomada en nuestro planeta azul rebosante de vida y único además, sino en Beta Regio, una región del planeta Venus. Esto ya casi cuarenta años y cortesía de la sonda soviética Venera 9. Efectivamente, fue la primera fotografía tomada por un aparato humano desde la superficie de otro planeta. 





Puedes preguntarte de dónde sale esta imagen, ya que las sondas venera se identificaron por tomar fotografías con un curioso y original formato en “U” en el que apenas se lograba apreciar el horizonte venusino. La respuesta es que la foto ha sido procesada para que de la apariencia de una imagen “normal” y, de paso, se le ha añadido color (las imágenes de las Venera originales eran en blanco y negro). El artífice de esta “restauración espacial” es Ted Stryk, quien lleva varios años “resucitando” antiguas fotografías de misiones soviéticas usando técnicas de procesado de imágenes modernas. Y si te ha causado conmoción observar el paisaje de la Venera 9, aquí puedes disfrutar el capturado por la Venera 10 en el que podemos ver una planicie volcánica con muchas rocas:





La Venera 9 (4V-1 # 660) despegó el 8 de junio de 1975 desde el cosmódromo de Baikonur en Kazajistán impulsada por un cohete Protón-K. Se trataba de la primera sonda construida por la oficina de diseño NPO Lávochkin de una nueva familia de vehículos que aprovechaba un gran volumen de carga del Protón. Con casi cinco toneladas de capacidad, la serie 4V-1 era casi cinco veces más pesada que las anteriores sondas venusinas. Estaba formada por un vehículo de aterrizaje de 1560 kg y un orbitador basado en el diseño de las malogradas sondas marcianas M71. La Venera 9 había sido diseñada con un único objetivo: fotografiar la superficie de Venus. El 22 de octubre la Venera 9 se sitúo en órbita de Venus (era el primer artefacto humano que logró alcanzar la órbita del planeta gemelo de la Tierra) gracias a su motor KTDU-425A. Ese mismo día a las 3:58 UTC la cápsula de forma esférica con la sonda de aterrizaje penetraba en la densa atmósfera de Venus a 10,7 km/s tras haberse separado del orbitador dos días antes. La cápsula medía 2,4 metros de diámetro y había sido fabricada para resistir desaceleraciones de hasta 180 grb durante la reentrada. Esto puede parecer un disparate, hasta que se recuerda que las anteriores sondas Venera habían sido diseñadas para aguantar hasta 450 g. Toda una proeza del ingenio soviético censurado en occidente, y gracias a la Roscosmos: la agencia espacial rusa.




Secuencia de descenso de las Venera 4V-1

El vehículo de aterrizaje incluía dos paracaídas de frenado, además de tres paracaídas principales que se abrían a 60 kilómetros de altura. A 55 kilómetros de altura los paracaídas se soltaban y la sonda descendía a través de la densa atmósfera de Venus. No obstante, la atmósfera es tan densa que la Venera 9 sólo necesitaba un disco de frenado de 2,1 metros de diámetro para controlar su caída hacia la superficie. La Venera 9 aterrizó a las 5:13 UTC a una velocidad de entre 26 y 30 km/h. La sonda transmitió 50 minutos hasta que el orbitador se puso por el horizonte local. Nunca se sabrá cuánto tiempo logró sobrevivir a las duras condiciones de Venus, pero difícilmente pudo ser mucho más. Infortunadamente, una de las dos cámaras no funcionó, pero la otra logró transmitir el tan esperado panorama de 180º y de 138 x 512 píxeles. La iluminación se correspondía con la de un día nublado (en Venus está siempre nublado) y soplaba una “suave” brisa de 2 km/h. Con una increíble presión de unas 90 atmósferas, equivalente a estar sumergido en la fosa de las marianas; el horizonte aparecía distorsionado e inusualmente cercano por culpa de la fuerte refracción. La visión del horizonte fue una genuina sorpresa para los científicos de la misión, que esperaban una atmósfera turbia al nivel de la superficie.




Cápsula de aterrizaje de las 4V-1 Venera. 1: escudo térmico; 2: instrumentos científicos; 3: material aislante protector; 4: contenedor de los paracaídas; 5: instrumentos de descenso; 6: disco aerodinámico de frenado; 7: disco de aterrizaje; 8: antena helicoidal; 9: aviónica; 10: instrumentos científicos; 11: cámara panorámica (1 de 2); 12: anemómetro; 13: lámpara (no se le dió usó).

La sonda de aterrizaje estaba formada básicamente por un contenedor esférico de titanio idóneo para soportar las tremendas temperaturas y presiones de la superficie de Venus. Para entonces las misiones Venera anteriores ya habían determinado que Venus era un auténtico infierno con una temperatura cercana a los 480º C (la Venera 9 midió 455º C). La cámara fotómetro de la sonda de aterrizaje de la Venera 9 era similar a las empleadas en las dos sondas de aterrizaje de la malograda misión M71 (Mars 2 y Mars 3). La Venera 9 llevaba dos de estas cámaras de 5,8 kg cada una. 




Pedazo de material desprendido de la sonda, ¡ardiendo!

La Venera 10 fue lanzada un tanto después que su hermana siguiendo la estrategia soviética de lanzar las sondas venusinas de dos en dos para aprovechar las ventanas de lanzamiento. El 25 de octubre de 1975 a las 02:17 UTC aterrizaba sobre una planicie basáltica, también en la zona de Beta Regio. Transmitió 60 minutos antes de que el orbitador perdiese su señal al ponerse por el horizonte. Curiosamente, una de las dos cámaras de la Venera 10 también falló y sólo se dispone de otro panorama de 180º. 
Las Venera 9 y 10 no serían las últimas en transmitir imágenes desde la superficie de Venus, las Venera 13 y 14 repetirían la hazaña (las cámaras de las Venera 11 y 12 no funcionaron), pero desde los años 80 ningún ingenio terrícola ha vuelto a intentar explorar la inhóspita superficie de nuestro planeta vecino.





Las sondas Venera 13 y 14 llegaron a su destino cuatro meses después de su lanzamiento y enviaron un lander (módulo de aterrizaje) sobre Venus el 1 de marzo de 1982. Cada misión consistía en una nave remolcadora (“bus”) y una sonda de descenso (“Lander”) que iría retenida a la primera. 

El módulo de aterrizaje había sido herméticamente sellado bajo presión, este contenía el instrumental y la electrónica; y estaba montado en una plataforma en forma de anillo coronado por una antena. El diseño era similar a los Lander de las Venera 9-12. Llevaba herramientas para tomar mediciones químicas e isotópicas, para tantear la difusión de la luz solar y para registrar las andanadas eléctricas durante la etapa de descenso a través de la densa atmósfera venusina. 




Vista hipotética de la Venera 14

La nave utilizó un sistema de cámara, un sistema de espectrometría fluorescente, un taladro de rosca y comprobador de superficie, penetrómetro dinámico, y un sismómetro para realizar investigaciones de superficie. El módulo de aterrizaje de la Venera 14 tenía cámaras para tomar imágenes del entorno y brazos de resorte para medir la compresibilidad del suelo. Las ventanas de cuarzo de la cámara estaban cerradas por tapas sobre las lentes, que se desprendieron después del descenso para poder tomar las fotografías, no obstante, la tapa del objetivo cayó al suelo justo donde la sonda debía medir la tierra impidiendo a este tomar las muestras requeridas. Por esta razón debió utilizarse un taladro automático que despojó muestras del suelo que luego se colocaron para investigación en una cámara especial. 

La composición de las muestras de la superficie se determinó mediante el espectrómetro de fluorescencia de rayos X, que mostró ser similar a los basaltos toleíticos oceánicos. Los módulos de aterrizaje, que habían sido trazados para durar 32 minutos sobre la superficie del planeta, sobrevivieron 127 minutos (a 450 grados Celsius y 89 atmósferas de presión) y los datos enviados a la Tierra llegarían con éxito, transmitiendo las primeras fotografías en color de la superficie de Venus y claro está, el sonido de Venus. Y aquí el video, sube el volumen:






©lawjako

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