EL CASTILLO ENCANTADO DE CHILLINGHAM
Chillingham; es el calificativo de un castillo de la época medieval, y se encuentra situado en el condado de Northumberland, en territorio británico, en cercanías de la frontera con Escocia. En sus principios, durante los últimos años del siglo XII, fue utilizado cómo monasterio. Pero comenzó a usarse como residencia en 1298, y en la actualidad es un apreciable atractivo turístico por las historias de fantasmas que identifican al lugar. Fue el rey Eduardo I el originario en habitar el castillo. Ocurrió en 1298, mientras se dirigía a Escocia con la misión de combatir al ejército escocés. Este célebre ejército estaba liderado nada menos que por William Wallace. Durante ese período, se ordenó la construcción de una ventana en la habitación del monarca, un detalle no pequeño teniendo en cuenta que los castillos medievales se distinguen por sus ambientes lóbregos y su incomunicación con el exterior. Dada su ubicación en la frontera entre dos territorios que históricamente han estado divididos (durante la Edad Media, Escocia e Inglaterra eran naciones feudales espaciadas), sirvió en muchas otras ocasiones como lugar de paso a soberanos y nobles, que se instalaban allí en su camino entre ambas tierras.
Así fue que Eduardo III, en el siglo XIV, y Jacobo I, en 1617, acostumbraron la experiencia de Eduardo I. En el segundo caso, se trató de una estadía particularmente emblemática, ya que Jacobo I fue el primer rey de Inglaterra y Escocia. Los colofones militares y defensivos de la fortaleza se tornaron irrelevantes al estrecharse las relaciones entre los reinos, y pronto Chillingham pasó a representar un sitio muy diferente. Durante parte de los siglos XVIII y XIX, se produjeron a cabo grandes obras de paisajismo, en parte elaboradas por Sir Jeffry Wyatville. Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el castillo fue utilizado como cuartel, se iniciaron obras de restauración y se dice que fue entonces cuando nació la historia de los fantasmas de Chillingham.
Dos esqueletos humanos fueron hallados en el interior de un muro, y desde entonces “El Muchacho Triste” y otros entes habitan el lugar. Así lo atestiguan quienes allí han estado y se atrevieron a pasar una noche.
©lawjako
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