EL FUEGO DE SAN TELMO
En tiempos antiguos, el fuego de San Telmo se observaba con asiduidad en el mar. Los marineros estaban al tanto de estos fogonazos puesto que se plasmaban en las puntas de los mástiles de los barcos, y aunque consideraban que los mismos estaban en llamas, no se quemaban. Estos navegantes creían que era una protección del santo (San Telmo es el patrón protector de los marineros), contra la tormenta. Incluso Charles Darwin, mientras viajaba por el río de La Plata, quedó asombrado por el “fuego que no ardía”.
El esclarecimiento científico es que este fenómeno se produce a bajas temperaturas, con lo que no es frecuente que engendre incendios (también puede florecer en el morro de los aviones en pleno vuelo). Y además, cuando se ocasionaba en los antiguos dirigibles era muy peligroso porque el hidrógeno que se manejaba para llenarlos era extremadamente inflamable. En el accidente del zepelín Hindenburg, en Nueva Jersey, EEUU, el 6 de mayo de 1937, murieron 36 personas.
Cómo se mencionó, la ionización es un fenómeno el cual se provoca con moléculas o átomos cargadas eléctricamente debido a la falta o profusión de electrones respecto a una molécula que es neutra. Cuando esa diferencia entre unas y otras es lo suficientemente alta, manan las chispas del Fuego de San Telmo.
©lawjako
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